IV LA HUIDA
Jake
estaba terminando de ajustar una de las llaves del freno derecho cuando sintió
que tiraban de él con fuerza, se encontró ante él con el rostro terriblemente
asustado de Mar, esta parecía sumamente agitada y respiraba con pesadez:
--¿Qué
se supone que haces?, ¿no ves que estoy trabajando?
Por
eso no le gustaba darle margen, parecía que por darle un simple gracias la
chica ahora se creía que podía molestarlo cuando quisiera, y ella no era ni de
lejos el abuelo, por lo que no se lo iba a consentir.
--No
es posible, dime que no eres tú.
Sin
comprender la miró desconcertado, escuchó los pasos del abuelo acercarse:
--¿Qué
te pasa pequeña?, ¿por qué tardaste tanto?, creí que te había pasado algo, ya
iba a mandar a uno de estos vagos a buscarte.
Jake
miró de reojo a su alrededor y se desconcertó aún más, ¿qué hacía esa gente
ahí?, parecían estar viendo como trabajaban él y el abuelo, pero era extraño,
nunca antes habían tenido tanto público.
--No
me dejaban regresar, están por todas partes.
--¿Están?,
¿de qué hablas pequeña?
Mar
extendió su mano al abuelo y este recogió la tableta digital que le entregaba,
en ella estaba el matinal como primera plana, en cuanto Jake vio que el abuelo
palidecía, entendió que algo sucedía, se levantó del suelo, y se colocó ante él:
--¿Todo
bien?
Al
escuchar su voz el abuelo pegó un pequeño bote, levantó su vista de la tableta
que sostenía y lo miró fijamente:
--Ay
chico, ¿cómo es posible?
--¿El
qué?, ¿Qué dice?, ¿acaso se han terminado los suministros de agua?, eso no es
posible, decían que…
--Calla
Jake, no va por ahí el tema.
Miró
a Mar unos instantes y dijo exasperado:
--¿Entonces
qué pasa?, maldita sea, no aguanto esta idiotez, cuando queráis hablarme claro
me avisáis.
--Lobo
gris.
El
miedo en la voz del abuelo le hizo sentir un mal presentimiento, de repente se
paró en seco, ¿cómo acababa de llamarlo Mar hacía unos instantes?, iba a
preguntar eso mismo, cuando el abuelo le mostró lo que había estado leyendo, la
respiración se le cortó, la vista se le nubló y solo un sentimiento prevaleció:
el miedo en su más pura esencia.
--No…
¿¡Miranda!?
No
había terminado de susurrar ese nombre cuando el abuelo lo cogió del brazo y
tirando de él con fuerza declaró:
--Venga,
tenemos que ocultarte.
--¿Ocultarme?
–Jake soltó una carcajada cargada de locura, eso era imposible, casi tres años
sin saber nada de ella excepto que prosperaba junto con el malnacido de Jhos y
sus indeseables propuestas y ahora ahí estaba, lo había encontrado, se soltó
del abuelo: --Ocultarme, ¿de quién?, ¿de ellos que llevan toda la mañana ahí
viéndome?, ¿de quién quieres ocultarme viejo?, no será de ella, puedes creerme,
Miranda me encontrará.
Antes
de poder seguir desvariando el abuelo lo abofeteó, sorprendido por ese arranque,
Jake se calló en el acto y lo miró como idiota con la boca abierta:
--¿Y
crees que eso es lo adecuado?, ¿dejar que te encuentre?, pues bien, esa no es
mi intención, deja de desvariar y andando, hay demasiado en juego, Mar y tú os
largáis de aquí ya.
No
pudo articular palabra alguna, el abuelo reviso algo en la tableta digital y
declaró:
--En
ella están todos los fondos de los que dispongo en este momento.
Jake
controló el proceso de entrega de tableta a Mar, la despedida cargada de
lágrimas de ella y sintió como esta tiraba de su mano con fuerza obligándolo a
salir del taller con ella. Cuando estaban a mitad de la bocacalle tiró con
fuerza para soltarse, consiguiendo que Mar cayera al suelo, pero no le importó:
--¿Qué
haces?, ¿A dónde se supone que me llevas?
--A
un lugar seguro. Tenemos que correr, alguno de esos puede haber leído sobre la
recompensa que están ofreciendo por ti.
--¿Y
eso qué? ¿Y el abuelo?
Mar
lo miró incrédula:
--En
el taller, ¿dónde más?; --y reiteró - tenemos que correr, si llegan aquí ya no
podremos escapar.
--¿Y
dejar al abuelo?
No
concebía una huida de Miranda dejando al abuelo a merced de ésta, ni mucho
menos.
Sin esperar una respuesta por parte de Mar,
corrió la poca distancia que los separaban del taller e ingresó en el mismo,
descubrió al abuelo hablando con varios sujetos:
--Abuelo.
Al
escucharlo hablar, éste se giró a mirarlo alarmado:
--¿Qué
haces Lobo gris?, te dije que te…
--No
me iré a ningún lado sin usted.
Su
voz sonó rotunda y los tipos sonrieron:
--Perfecto,
nos has ahorrado el tener que buscarte, ¿verdad que vendrás con nosotros sin
dar problemas?
--Recuerda
que han dejado en claro que es peligroso.
¿Peligroso?,
esos ineptos no sabían lo peligroso que podía ser, y más si tenían la osadía de
ponerle un dedo encima al abuelo.
--Vete
de aquí, tienes que cuidar de Mar. --sonó la voz casi suplicante del abuelo.
¿De
Mar?, ¡al diablo con Mar!, podía ser la nieta del abuelo, pero para Jake él era
más importante que ella…pese a que sabía que si Miranda atrapaba a Mar la heriría
sin dudarlo.
--No
me iré sin usted.
Uno
de los tipos se lanzó contra él, pero no calculó el espacio que había entre
ambos y, al apartarse, el idiota se golpeó de cabeza contra uno de los
muestrarios. Otros dos se tiraron contra él, el abuelo alcanzó una barra de
metal que reconoció como uno de los tubos de escape que él mismo le había
llevado el día anterior y se dispuso a golpear a uno de ellos.
Jake se alarmó, porque el otro individuo se
lanzó hacia él, forcejeó y recibió un buen puñetazo en el estómago. Lo dejó
doblado por la mitad y esperando un segundo que seguro recibiría, pero este
nunca llegó, al levantar la vista descubrió que los dos tipos ya estaban en el
suelo, miro hacia atrás y se encontró con alguien que, ciertamente, no
esperaba.
Miró
al abuelo para comprobar que estaba bien, y vio que Mar le estaba ayudando a
levantarse.
--Andando
chico, es evidente que hice bien al venir directamente hacia aquí -afirmó Juan,
que había aparecido en buen momento. Tendió su fuerte mano a Jake, que lo miró
directamente a los ojos, encontrándose con los negros de Juan, que le devolvían
una mirada cargada de seriedad:
--¿Crees que tienes tiempo para dudar?, esa
amiga tuya no parece ser de las de dudar mucho.
--Maldita
sea Lobo Gris, levanta de ahí, márchate. --se oyó al abuelo.
Jake
se puso en pie sin aceptar la ayuda de Juan, quien apartó la mano al ver que se
levantaba solo:
--No
puedo dejarlo aquí, le dirán que me ayudó abuelo, Miranda…ella no es de
vacilar, si sabe que me cuidó durante estos tres años ella…
--Lo
matará por querer quedarse algo que le pertenece –completó una voz femenina.
Todos
a una miraron al lugar de donde provenía esa voz, Jake se sorprendió al ver a
Juan colocarse delante de él con una barra de acero más grande que la que
sostenía el abuelo antes:
--Vaya,
vaya, pero si es el mirón de la calle, ¿ya te has recuperado? –se burló
Miranda, que había, quién sabe como, llegado hasta allá en menos tiempo del que
se hubieran atrevido a imaginar.
Juan
gruñó por lo bajo:
--Me
sorprendió, sabía que había visto esa cara antes, ese cabello, pero no
conseguía averiguar de qué me sonaba, hasta que recordé que hoy tendría de
regreso mi auto, ahí recordé al muchachito serio y distante del taller de Hand.
Por
un momento Jake se sintió perdido, ¿Hand?, ¿Quién demonios era Hand?
--Y
viniste corriendo, ¿para conseguir la recompensa espero?
La
voz de Miranda era la de siempre, y con cierto miedo a que eso fuera cierto,
Jake dio unos pasos alejándose de Juan y acercándose al abuelo y Mar, tenían
que salir de ahí, no deseaba por nada del mundo acabar en sus manos.
--Puedes
apostar a que no es el caso, para llevarte al chico tendrás que pasar por
encima de mi cadáver.
Jake
se detuvo en seco y miró sorprendido a Juan, ¿por qué?, ¿por qué personas que
no lo conocían de nada estaban dispuestos a esas cosas por él?, miró al abuelo,
a Mar y de nuevo a Juan, ¿por qué ellos sí y su propia hermana no?
Sus
ojos se concentraron ahora en Miranda y ella pareció sentirlo, pues rápidamente
respondió a su mirada, vio que formaba una sonrisa en sus finos labios y
declaró:
--Eso
es Jake, hazlo, que todos vean de lo que eres capaz, demuestra a esta gente que
no es buena idea estar junto a ti, haz con ellos lo que hiciste con nuestros
padres.
Y
el fuego estalló en él, Juan se apartó rápidamente y él gritó enfadado:
--YO
NO HICE NADA DE ESO. NO FUE MI CULPA.
Miranda
rompió a reír mientras Jake se sentía cada vez más furioso y, sabiendo que sus
explosiones de furia podían terminar mal, no dudó en correr hacía ella cegado
por el enfado.
Juan, Mar y el abuelo desaparecieron de su
mente, ahora sólo deseaba herir a Miranda, que lo dejara libre de una vez. Pudo
ver un brillo de infinito deleite en los ojos marrones de su hermana y supo que
estaba haciendo lo que ella deseaba que hiciera, pero ¿qué más podía hacer?
--No
me tendrás, ni a ninguno de ellos.
Solo
tenía que estirar la mano y abrir su puño, en ese momento Miranda recibiría en
carne propia lo que tanto deseaba obtener, estaba por terminar el proceso
cuando el auto blanco de Juan se interpuso, el abuelo abrió una de las puertas
y declaró:
--Sube
Lobo Gris, nos largamos. Corre; --lo apremió: --antes de que el agua de la
manguera se gaste.
Estaba
tan sorprendido por lo que acababa de pasar que no podía moverse, por lo que
Juan tiró de él con una fuerza increíble y cayó de cabeza en el asiento de
atrás del auto, Juan no esperó ni a que el abuelo o Mar cerraran la puerta,
aceleró todo lo que pudo y más, cuando Jake consiguió estabilizarse, se
encontró con una curiosa escena, Miranda tirada en el suelo, y los tres idiotas
que la seguían igual que ella, todos empapados y ahora manchados de barro
mientras se elevaban alejándose del taller.
Rió.
Pese a la furia que le invadía sólo unos instantes antes, la imagen era
divertida, ¡seguro de que nunca olvidaría esa escena!
--No
cantes victoria chico, tenemos muchos que esquivar;--escuchó que le decía Juan,
que cada vez iba a mayor velocidad.--Espero que arreglaras bien los frenos
Hand, porque seguramente los vamos a necesitar.
Jake
observó como el abuelo lo miraba a él con los ojos muy abiertos, sin duda
preguntándose si habría hecho bien el trabajo, Jake esbozó una sonrisa torcida,
en cualquier caso, lo averiguarían rápido.
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