Sin más os dejo un nuevo capítulo de esta historia, un saludo y a disfrutar ;)
Miranda abrió los ojos al sentir un cosquilleo
en su interior y tras sopesar lo que eso podía ser rompió a reír alegremente:
--Lo
sabía, estaba segura de ello, no podrías controlarte por siempre, he de
reconocer tú merito Jake, casi tres años es mucho tiempo.
Miranda
se levantó de la cama en la que se encontraba recostada y abandonó su cuarto,
al llegar al salón, se encontró con Jhos a la espera de que le sirvieran el
desayuno, se acercó a él y tras besarlo en los labios sonrió pícaramente y
declaró:
--Te tengo un presente querido.
Jhos dejó de leer las proyecciones que tenía ante él y centró sus verdes ojos en los marrones de ella:
--Mi querido hermanito está en la bulliciosa y pobretona Londres.
--¿Cómo puedes estar tan segura?
Miranda
besó los labios de este, se sentó encima de la mesa de cristal y cogió una las
tazas:
--No quieras saber todos mis secretos Jhos, sé muy bien que solo mientras te sea necesaria estaré aquí, y para conseguir lo que quieres, me necesitas a mí, hasta ahora solo Jake a servido para tus propósitos, mientras me tengas cerca, podrás tener alguna posibilidad.
--Alguien más aparecerá algún día Miranda, tú asqueroso y anormal hermano no puede ser el único.
--¿Cuántos años crees que puedan pasar hasta que aparezca otro como él?, de todas formas no peleemos Jhos, sé donde está, ahora solo tenemos que ir en su búsqueda, y cuando lo tengamos de regreso, le enseñaré que no debe ser un niño travieso.
Miranda se bebió todo el contenido de la taza, bajó de la mesa con agilidad y dejó allí a Jhos, mientras en su rostro brillaba una sonrisa de satisfacción, cuando Jake estuviera de regreso, todo sería muy diferente.
* * *
--¡¡¡Nooo!! ¿huh? ¿Mar? -dijo Jake aún sobresaltado mientras sentía el sudor que caía por su frente- ¿qué haces aquí?
Fue
entonces cuando Jake recordó lo que había sucedido la noche anterior. Mar se
había quedado con ellos después del accidente con el motor que lo dejó en
evidencia. Ahora todo parecía como un sueño, se había ido a acostar y se había
quedado profundamente dormido, a merced de las pesadillas que afloraban
quitándole las horas de descanso. Pero antes, sí… Lo habían hablado. Había sido
sorprendido al conocer que no era el único, que Mar era como él y que al abuelo
no le importaba y le seguía tratando como una persona…
--El
desayuno está listo –sonrió Mar, y salió de la habitación.
Jake
se aseó y se puso la ropa de trabajo, no tardando en unirse a la acogedora mesa
en la que hoy estaba Mar como nueva invitada, y con ella habían aparecido
también nuevos platos con sugerentes contenidos: crepés, huevos escalfados y
bacon llamaron la atención de Jake que se apuró a servirse.
El
abuelo sonrió. Pareciera que le gustaba verle comer…Mar estaba sonriente, mientras
también comenzaba comer.
--¿Más
tranquilo Lobo Gris?
Jake
asintió con la cabeza. Se sentía un poco abrumado por los últimos
acontecimientos, incluyendo que una chica le hubiera despertado. Aunque fuera
la nieta del abuelo… el pensamiento le hizo sonrojarse.
--Aquí
estás seguro –continuó el abuelo- y no tienes nada que temer. Esa mutación
existe en mi familia, Lobo Gris, mi nieta es la viva muestra, y tú…desde que te
conocí, siempre has sido mi familia. Lo seguirás siendo.
Aquellas
palabras amables eran un bálsamo para el alma de muchacho, una mezcla de
medicina y felicidad entremezclada. Mar le contó muchas cosas sobre ella misma
que Jake nunca hubiera imaginado, sus ojos ámbares y su pelo rubio trigo
transmitían la imagen de una “niña bien”, más cuando se enmarcaban en un rostro
casi infantil. Jake se avergonzó internamente por haberla juzgado como una niña
inexperta libre de sufrimiento… Pues de ella nada sabía.
Los talentos de Mar se descubrieron un día por azar, cuando ésta aún acudía a la guardería. Los responsables de los centros educativos estaban bien informados de las posibles señales de “individuos con cualidades especiales por mutación gen-mod”. Ese fue el inicio de la pesadilla de su más tierna infancia y la separación de sus padres, que apoyaban la experimentación en la pequeña, a la par que expresaban su disgusto porque, según ellos, no sabían qué habían hecho mal.
El abuelo interrumpió la conversación de triste tono para animar a los chicos:
--En fin, par de vagos, es hora de trabajar;-- y guiñando el ojo se dirigió a Jake mientras continuaba: ¿Qué Lobito que sabe de mecánica me va a ayudar ahora a con los trabajos de reparación de autos de propulsión aérea en un santiamén? ¡Chico, nos vamos a hacer ricos!
Mar
rió alegremente y Jake se encogió de hombros:
--Haré
lo que pueda, abuelo.
--Voy
a buscar el matinal, ¿necesitas algo más abuelo?
Jake
vio como este negaba a la pregunta de Mar, tras dedicarles una sonrisa a ambos,
esta se marchó, y él siguió disfrutando de su desayuno, no todos los días era
así, pues debía de dar crédito a la chica, uno que el abuelo no tenía. Sabía
cocinar.
--Hoy
nos centraremos en lo básico chico, no tengo ganas de matarme a trabajar, es
Viernes y creo que ya he dado bastante el resto de la semana.
Aún
con la boca llena de bacon Jake asintió a sus palabras y cuando consiguió pasar
todo agregó:
--No
hay problema, pero el auto de Juan hay que dejarlo preparado, le dijiste que se
pasara hoy que estaría más que listo.
El
abuelo puso mala cara y murmuró: --Maldición, lo había olvidado. Esto no
entraba en mis planes de hoy. –se terminó de un último sorbo el contenido de su
taza y la depositó en la mesa, se puso en pie, miró a Jake y preguntó:
--¿Cuánto crees que tardarás?
Sus
ojos y los del abuelo se encontraron, Jake se quedó mirando a este por unos
instantes, ¿cuánto tardaría él?, El abuelo nunca lo había dejado arreglar uno
de los autos de propulsión aérea a él solo, ¿por qué ese cambio?
--¿Y
bien?
--Yo,
bueno, creí que solo ayudaría como siempre… no pensé que…
--Lobo
gris termina y baja, por supuesto que lo harás solo, eso no quita que yo le dé
un repaso antes de entregar el mismo al dueño, no queremos accidentes no
deseados.
El
abuelo siguió el mismo camino que Mar había cogido anteriormente, dejando a
Jake completamente solo en la pequeña y acogedora cocina.
Se
mantuvo allí sentado unos momentos y una pequeña sonrisa se apareció en su
rostro, era una sonrisa que pocas veces se podía apreciar en el semblante de
Jake, pues no contaba con muchas ocasiones de poder enseñarla, una repleta de
sincera felicidad, ¿cómo había podido dudar de que su vida con el abuelo fuese
a cambiar?, rápido como nunca se puso en pie y corrió hacía el taller, era
cierto que ese desayuno era el mejor que había probado en años, pero la
oportunidad que le brindaban de poder demostrar que el abuelo no había perdido
su tiempo era superior.
Nada
más poner un pie en el taller divisó al abuelo arreglando un freno de uno de
los autos, él buscó su objetivo y lo localizo tapado, caminó hasta este y
sonrió, tiró de la manta y se encontró con uno de los autos de propulsión más
novedosos, los que más le gustaban a él, y los que el abuelo había dejado claro
que deseaba que no tocara. El color del mismo era blanco metalizado, Juan
siempre había tenido buen gusto, era uno de los habituales del abuelo y a él
siempre lo había tratado con amabilidad.
Las
herramientas que necesitaba estaban ya colocadas en su sitio, entendió que el
abuelo ya tenía aquello pensado de antes, cogió una de ellas y se puso manos a
la obra, el auto quedaría listo para antes de terminar la mañana, se ocuparía
de eso personalmente.
*
* *
Odiaba
Londres, esas calles infectadas de gente, ese olor de podredumbre, y más en esa
zona, debería de haberlo supuesto, Jake se encontraría en el lugar que ella más
detestara.
Se
miró fijamente al espejo, una joven de unos veintisiete años le devolvió la
mirada, unos ojos marrones enmarcados en un rostro fino, delgado y algo
anguloso, su cabello en media melena de un rojo oscurecido, el único rasgo que
compartía con su hermanito, aunque sus padres siempre decían que se parecían
mucho, y debía reconocer que todo el mundo los identificaba como hermanos casi al
instante.
Sonrió, mejor, eso significaba más facilidad para encontrarlo, sus ropas eran acordes a la última moda, aunque en esos momentos la había tenido que cambiar por una del siglo pasado, pues en los bajos fondos sin duda no sabrían que la moda había cambiado.
Miró
a su alrededor, era hora punta, en esos momentos habría un montón de gente por
las calles y los autos se divisaban por todas partes, había ofrecido una muy
buena cantidad a las autoridades del lugar, además de agregar una recompensa
aún más jugosa a aquél que encontrase a Jake primero.
Alargó
su mano y se hizo con un abrigo, para colmo de males el día se había puesto
sensiblero y no dejaba de llover, sin mirar una sola vez hacía el interior de
la inmunda habitación que ocupaba, salió de esta, comenzaba la cacería,
recorrió el pasillo y cuando contó la cuarta puerta alargó sus manos a derecha
e izquierda y llamó a ambas puertas a la vez, dio tres pasos más y repitió la
operación, cuatro puertas se abrieron, y cuatro chicos aparecieron en las
mismas:
--Vamos
chicos, juguemos un poco en el parque que Jake ha escogido para nosotros.
Caminaron
siguiéndola a ella de cerca, salieron del edificio llamando solo la atención de
un hombre que pasaba por allí, el cual se recreó bastante en el cuerpo de
Miranda y se perdió por unos segundos en sus ojos marrones, cuando esta desvió
la mirada buscando una calle en particular, el tipo negó y siguió su camino
como si nada.
Los
cinco llegaron al barrio que buscaban antes de lo que ella misma había
planeado, se fijó en que las calles estaban repletas de carteles y que había
matinales por todas partes, sí, sin duda no se marcharía sin tenerlo para ella,
cogió uno de los matinales y lo observó, era una foto de cuando tenía doce
años, pero en tres años no podía haber cambiado tanto:
--Parece
ser una persona dulce, ¿por qué es tan peligroso?
Miranda
miró a la chica que miraba la fotografía tras de su hombro, se apartó lo justo
para que ella la viera mejor:
--¿Te
gusta Érida?
Esta
enrojeció y negó rápidamente:
--No
he dicho eso, solo digo que no aparenta ser una amenaza tan grande, ¿qué edad
tiene doce, quizás trece?, es un año menor que yo, así que no encuentro que
pudo hacer tan grave.
--Los
niños crecen Érida, y este en particular, ya es mayor que tú, no llegaste a
conocerlo, ¿quieres saber el motivo?, verás, Jake, se fugó del hogar que le
dimos, y ocasionó que varios de vosotros tuvieran serios problemas por ello,
incluso consiguió que mataran a dos de los nuestros y un tercero desapareció,
eso lo hizo con doce años, ahora cuenta con quince, ¿qué crees que
puede hacer este angelito que tú ves?
Érida
la miró con sus enormes ojos agua marina y negó consiguiendo que su trenza
negra azabache se moviera en el proceso, era una joven de catorce años que
había llegado a sus manos de forma muy apropiada, había sido maltratada e
incluso había sufrido abusos de mil formas diferentes, sus padres la
consideraban un monstruo sin escrúpulos y ellos no habían tenido a la hora de
querer deshacerse de ella, temían que el gobierno quisiera matarlos por crear
semejante espécimen, y lo peor de todo es que ella no contaba con el gen-mod.
Sus
padres creían que sí, por el color de ojos tan peculiar de la muchacha, pero si
bien era cierto que ella no contaba con el gen, había resultado una joya de
mucho valor, de una rareza casi igual a la de Jake, pero más reemplazable.
--No
lo sé, ¿cómo puedes estar tan segura de que él está aquí?
Miranda
la apretó agarrándola sobre el hombro y vio como ella aguantaba para no dejar traslucir
una expresión de dolor, sabía que le estaba haciendo daño:
--No
quieras saber más de la cuenta Érida, saber no siempre es una virtud.
Le
sonrió como si nada y la soltó, vio que retenía un suspiro de alivio y apartó
la mirada de ella, ilusa.
Cuando
Érida llegó a sus manos, la trató con paños de oro, y la convirtió en su
juguete personal, una marioneta en su poder, ella había aceptado de buen grado
exponerse a algunas pruebas, después de todo, siempre la habían despreciado por
ese gen, ¿qué importaba poseerlo en verdad?, pero no había terminado de cuajar,
aunque era una cobaya interesante de observar.
--Buscadlo
y encontradlo, lo quiero antes de que llegue el medio día, no quiero volver a
estar rodeada de tanta escoria.
--¿Alguna
preferencia?
Miró
al chico que acababa de hablar, Grey, el más veterano de todos, alargó su mano
hasta su rostro y acarició el mismo para decirle:
--Procura
que Jake vuelva a mí Grey, o quizás seas tú el que no regrese, ¿he hablado
claro?
--Diría
que trasparente.-escuchó que murmuraba Érida, la vio alejarse por una de las
calles y la siguió unos instantes hasta que se perdió por completo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario