Año
2097:
El
año se presentaba excepcionalmente cálido. Ninguno de los habitantes de Londres
recordaba condiciones climáticas tan extremas como las que se estaban dando.
Noticieros y pantallas enormes en las
calles de la ciudad, así como macroproyecciones ambientales, recordaban al
transeúnte la necesidad de proveerse de agua potable en cantidades suficientes
para su uso y consumo personal, con especial atención a las familias.
Entre
la marea humana de las bulliciosas calles de la ciudad, caminaba un muchacho
joven, con paso apurado, un chico atractivo de penetrante mirada grisácea.
Pronto salió de la transitada avenida para adentrarse en una relativamente
tranquila bocacalle, donde un anciano le esperaba en la puerta de un viejo
local en el que se leía un gran cartel “Taller Mecánico”.
--¿Y
bien? – preguntó afable el anciano: --¿ha habido suerte, Lobo Gris?
El
chico lo miró y sacando unos tubos metálicos que llevaba envueltos en unos
trapos, los mostró y con una felicidad sencilla, sonrió al hombre mayor.
--Sí
abuelo fíjese, son auténticos. Me ha costado mucho conseguirlos.
Aquel
abuelo se emocionó y comenzó a identificar las partes y ponerse manos a la obra
en un plan que sólo él parecía conocer. El chico entró en el local y buscó algo
de comer y un lugar fresco para descansar.
Hacía
ya tres años que convivía con ·el abuelo. Se había convertido poco a poco en su
única familia, y lo quería mucho, siendo uno de los pocos que toleraba sus
excentricidades. El abuelo se dedicaba a la reparación y mantenimiento de
vehículos de propulsión aérea, y mantenía su pequeño taller siempre en
funcionamiento con algún trabajo, casi siempre encargado por los vecinos más
cercanos, pues no le gustaba anunciarse en los medios de difusión masiva. Pero
esto no era todo, el abuelo también tenía una afición, que muy pocos conocían:
el armado de antiguos automóviles. Los automóviles sencillos habían
desaparecido hacía media década, ya que ahora todos los medios de transporte
eran alimentados por energías “gen-mod” o “gen-modified”, una peligrosa
biotecnología extraída de las capacidades diversas de unos pocos para la
generación espontánea de electricidad que posteriormente desarrollaba una
relativamente larga vida útil en artefactos tecnológicos.
El
abuelo recordaba haber usado los viejos automóviles muchas veces, y había
explicado una y otra vez al chico que algún día la energía gen-mod iba a
decaer, y entonces con las viejas chatarras que rearmaba, iba a poder recrear
la movilidad en un mundo caótico. El abuelo contaba y contaba, no se cansaba de
narrar, relatos del pasado. De sus propios antecesores, a los que llamaba
nativos orgullosos. Sin duda, el abuelo no tenía las raíces en este continente.
--Lobo
Gris, ¿qué novedades hay ahí afuera?
--Nada
extraordinario, abuelo. El Gobierno está haciendo lo de siempre, campañas
publicitarias sobre la necesidad de agua potable y que nos debemos proveer de
ella mientras que mantienen la escasa reserva en su poder, y la siguen vendiendo
a precios imposibles.
El
abuelo refunfuñó: --bastardos; mientras por otra parte se veía bastante
emocionado con los tubos de escape que el chico le había traído--Así es, como
te he dicho, y ya lo era cuando nos conocimos ¿te acuerdas, pequeño?
Jake
había conocido al abuelo hacía tres años, cuando se escapó del lado de su
hermana, Miranda. Había corrido mucho. Había sorteado muchos obstáculos,
llorado como un bebé y terminado dormido en la bulliciosa vereda de la avenida,
sin que nadie reparara en su presencia. Como un mendigo. Después de todo, había
mucha gente empobrecida y no era algo excepcional ver chicos, hombres y mujeres
sobreviviendo y malviviendo en las calles. Pero él tuvo suerte aquél día,
porque el abuelo lo despertó suavemente y le ofreció su amistad. Jake se
preguntó por qué, pero al final supuso que sería algo del destino, y no tardó
en sentirse cómodo con aquel peculiar hombre que no hacía preguntas y parecía
tener sólo amabilidad para ofrecer. ¡Y trabajo! Era bueno buscando piezas y su
vagar comercial le hacía pasar desapercibido como otro mozo de taller más.
Además, así se sentía merecedor de su cama y comida por méritos propios. El
abuelo nunca le había preguntado su nombre, y al principio Jake se mostraba
reacio a cualquier tipo de diálogo largo, así que simplemente lo llamó “Lobo
Gris”; por el gris de sus expresivos ojos. Ahora que lo pensaba, tampoco sabía
el nombre del abuelo, era simplemente “el abuelo”. Jake rio la repentina
ocurrencia ¿cómo va a tener nombre el abuelo? El abuelo es el abuelo claro
está- y rompió a reír.
--Acá,
muchacho, mira este viejo automóvil. Es casi como el que usaban a principios de
siglo, o eso quiero pensar.--Corrió una cortina y dejó al descubierto el
vehículo.- Lo único triste es que no puedo hacer arrancar el motor,
necesitaríamos un generador de energías renovables y limpias, como las del
viento y el agua.
Jake
lo curioseaba sorprendido de la capacidad de trabajo del anciano. Los tubos que
había traído no servían para nada en aquél modelo pero el abuelo parecía tener
planes futuros para ellos.
--Bien
hecho, abuelo...-Jake se volvió a reír en aquel feliz día apoyado contra el
reparado capó de aquél automóvil. Y otra vez volvió a pensar “Cómo va a tener
nombre el abuelo…” y mientras una carcajada feliz se escapaba de su boca, algo
empezó a vibrar bajo su mano.
RRRrrrrmmmmm….
--¡¡¡¡Es
el motooorrrrrr!!! ¡FUNCIONA!
La
risa hasta ese momento alegre y viva de Jake se detuvo instantáneamente, rápido
como un lobo asustado, apartó la mano del coche y retrocedió, a la par que el
abuelo corría entusiasmado hacía el coche, observando el vibrar de este con
sus ojos brillando de infinita felicidad, mientras sus oídos se deleitaban con
el potente y orgulloso rugido del motor.
--¿Qué
has hecho Lobo gris?, ven aquí, dime que has tocado exactamente, llevo semanas
maldiciendo este trasto porque pensé que era defectuoso y como comprenderás,
después de pagar tres garrafas de agua por él, no sería nada agradable.
De
toda la parrafada que acababa de soltar el abuelo, Jake, no había comprendido
nada por el simple hecho de que no había escuchado ni una sola sílaba, ante su
silencio, el abuelo se giró mientras decía entusiasmado:
--No
seas tímido chico, ve…
Callo
sus palabras antes de terminar la frase que iba a formular y se quedó mirando
fijamente a Jake, quien se encontraba perturbado:
--Te
lo dije abuelo.
Más
aterrado que sorprendido, Jake se giró para encontrarse con Mar, la verdadera y
según creía única nieta real del abuelo.
--Cierra
el taller pequeña, Lobo gris, acompáñame.
El
tono del abuelo era el de siempre, pero Jake ahora ya no estaba muy seguro de
querer seguir allí, comenzó a caminar hacía atrás, ¿y si el abuelo resultaba
ser como Miranda y todos los demás con los que se había topado en el pasado?
Sin
poder controlar el miedo, sus recuerdos de lo sucedido antes de esos tres años de
paz lo asaltaron, chocó contra la cortina que antes había corrido el abuelo y
se enredó en la misma, cayó al suelo y comenzó a luchar con desesperación
contra esta pero sus nervios eran tales que no conseguía más que enredarse en
ella:
--YA
ESTÁ BIEN CHICO. ¿Quieres calmarte Lobo gris?
Acostumbrado
en el pasado como estaba a obedecer en el acto, pues sino el castigo era
escalofriante se detuvo en seco, el abuelo cortó la cortina y lo liberó, sus
ojos y los de este se encontraron, los ojos del abuelo mostraban preocupación,
¿cuándo fue la última vez que alguien lo había mirado con esa expresión en su
rostro?
El
abuelo alargó la mano para ayudarlo, pero él la apartó como acto reflejo,
cuando sintió un calambre en su hombro se puso rápidamente en pie, al girarse
para ver quien lo había tocado se encontró con que Mar se sujetaba la mano y se
la miraba, cuando se encontró con los ojos ámbar de ella se le cortó la
respiración;
--¿Qué…Tú…?
--Será
mejor que entremos en casa, ¿has cerrado bien el taller, pequeña?
Mar
asintió al abuelo y se soltó la mano, ella fue la primera en caminar hacía la
puerta que daba a las escaleras que los llevaban al apartamento nada ostentoso
del abuelo.
El
abuelo fue el segundo en entrar, Jake no estaba muy seguro de si seguir sus
pasos o caminar hacía el otro lado y salir de allí corriendo, al final recordó
la mirada del abuelo y decidió seguirlo, siempre podía usar sus “talentos” para
irse.
Entró
en la cocina, el lugar de donde provenían los ruidos y el movimiento, Mar
estaba sentada en una silla a la mesa, mientras el abuelo preparaba algo:
--Eres
toda una caja de sorpresas Lobo gris, pero ahora sé que puedo confiar
ciegamente en ti.
Mar
hizo un sonido despectivo mostrando su desacuerdo ante esa afirmación, el abuelo
sonrió:
--Sí
querida mía, sé que el chico te ha hecho algo de daño, pero entiende que estaba
asustado por nuestra reacción, algo comprensible en estos tiempos que corren,
ahora entiendo muchas cosas.
Al
pronunciar esas últimas palabras, el abuelo parecía sumergido en algún recuerdo
pasado, depositó ante él un plato con una sopa con más fideos que otra cosa:
--Hay
que guardar el agua.-- Dijo simplemente, Jake no contestó, ni siquiera cogió la
cuchara para comer: --No está envenenada Lobo gris.
Le
sonrió ante su cara de desconcierto y lentamente alargó su mano hacía la
cuchara y la metió en el plato:
--Tenemos
muchas cosas de las que hablar, pero esperaré a que estés listo para saberlas,
todo seguirá igual que hasta ahora Lobo gris.
Mar
y el abuelo comenzaron una conversación entre ellos sobre los tubos que él
mismo le había conseguido, Jake no apartó la mirada de su mano y su cuchara en
todo momento hasta que terminó con la sopa, una vez soltada la cuchara, miró a
Mar fijamente y después al abuelo. Eran familia y ahí estaban, una con el
gen-mod y otro sin él, ¿por qué ellos podían convivir?
Hola de nuevo! :)
ResponderEliminarSin duda la historia avanza solita, pero como te comenté en el capi anterior, falta más descripción física...
Aunque bueno yo me imaginé al abuelo al estilo George Clooney.
Espero el próximo capi. Saludos!